La existencia o no de Dios atañe a las interrogantes existenciales más fundamentales de la vida: ¿De dónde surgió el universo? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Y por qué valores voy a regir mi vida? Ser ateo o creyente determina cómo vemos al mundo. O lo vemos como un hecho azaroso, pura casualidad, sin propósito e indiferente a los valores o como un drama moral donde cada uno es llamado a cumplir su rol según el propósito que su Creador quiso para él.
Para los que estamos ya en el invierno de nuestras vidas, cuán desesperanzador ha de ser vivir una vida creyendo que al final nosotros así como el cosmos terminaremos en la nada. En cambio, otro brillo tiene una vida vivida en la convicción que lo nuestro es un capítulo en la construcción del Reino y que al final el bien triunfará. Por cierto, la pregunta de fondo no es si la cosmovisión atea o la del creyente es más esperanzadora, sino cuál es la cierta, cuál corresponde a la realidad. Ser indiferente frente a esto es farrearse la vida.
El libro “Creer o no Creer” es una mirada al misterio de Dios a la luz de la razón. En efecto, es prejuicio de la cultura actual pensar que las convicciones religiosas son algo puramente subjetivo, meras opiniones y que no hay argumentos racionales (u objetivos) a favor de la existencia de Dios. Este libro es un largo alegato en contra de este prejuicio y a favor de la mayor razonabilidad de la inferencia creyente.
Sigue dos líneas de argumentación. Primero, el materialismo del ateísmo implica tratar como ilusorios rasgos fundamentales del ser humano que hablan de espíritu- el yo, nuestra conciencia subjetiva, nuestra libertad o libre albedrío y nuestra razón y comprensión. Segundo, se presentan argumentos “positivos” a favor de la existencia de Dios. Por ejemplo, ¿qué es más razonable postular: que el universo emergió de la nada absoluta 14 mil años atrás por casualidad, sin causa o explicación o que el Big Bang fue obra de un Creador Supremo? O qué increíble que el ADN de una simple célula del tamaño de la punta de un alfiler contenga el manual de instrucciones para convertirse primero en bebé y posteriormente en adulto maduro. ¿Fruto de un proceso puramente azaroso? No, tal maravilla apunta a un Diseñador. Reflexiones a partir de chispazos de asombro como estas nos permiten inferir la mayor razonabilidad de la hipótesis creyente.
Y qué importa, importa. Pues hay dos tragedias posibles. La del que vive su vida como si Dios existe, y esta resultara ser una pura ilusión; y la tragedia de haber vivido la vida a espaldas de Dios, si de verdad Dios existe. ¿Habría una verdad más importante? No es lo mismo que Sísifo empuje la roca hacia la cima de la montaña sabiendo que inexorablemente la roca va a volver a rodar cuesta abajo para comenzar todo de nuevo, como en el mundo del sin sentido, a que empuje la roca hacia arriba convencido de que, a la larga, le ganará a la roca y esta permanecerá en la cumbre, puesto que vive en un mundo donde prima la inteligibilidad pues Dios existe.
Joseph Ramos Quiñones (83)
Autor
Economista y Profesor Universitario