En casa tenemos, desde hace unos años, un hermoso nacimiento conformado solamente por las tres figuras centrales. Nos lo regaló una amiga.
María Pía, mi nieta, los descubrió hace tiempo y juega con Jesús, María y José cuando viene a visitarnos. Los coloca al modo tradicional y también de otras maneras. Incansable, hace los arreglos una y otras vez.
El fin de semana pasado se encontró con una sorpresa: un árbol iluminado, igual que el que tiene en su casa, y a su amparo un nacimiento con figuras grandes, muy tradicionales, con años de historia familiar.
Se instaló junto al pesebre “oficial”, canto un villancico sobre la estrella de Belén que aprendió en el jardín… pero no quedó satisfecha.
Entonces decidió que el pequeño pero hermoso nacimiento de solo tres integrantes debía estar
junto a las figuras más grandes.
Así lo hizo y hoy, nuestro pesebre navideño tiene dos niveles: uno para los adultos y uno
chiquitito, más tierno y delicado, para María Pía y sus amigos de corta edad.
La Navidad, este año, no dejará a nadie al margen de la celebración.
Abraham Santibáñez
100 Líderes Mayores 2022
Premio nacional de periodismo 2015
El pesebre de María Pía
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