Días atrás asistí a una reunión en la que quedó en el aire una pregunta ¿La tercera edad tiene un sentido en sí o es una preparación para bien morir? Hubo mucho rechazo a hablar de la muerte y poca claridad frente al sentido de esta etapa de la vida.
La pregunta me quedó resonando. Mi muerte siempre me ha preocupado, pero no suele alterarme porque pienso que la vida entera es un preparase a bien morir. Más me interesa saber de qué se trata este momento, por qué sigo viva cuando tantas otras personas que conozco ya se han ido. ¿Qué me quiere decir esta longevidad? Debo decir que soy una adulta mayor, bien mayor ya.
Pensando y repensando en el sentido de esta etapa de la vida, lo primero que me salta a la vista es que me siento muy bien en este momento, mucho más que en otros. Podría decir que en general, me siento cómoda conmigo misma, tranquila, positiva, animosa y capaz de reflexionar sobre lo que hago y lo que me circunda. De adrede evito declarar que soy feliz -aunque bien podría hacerlo- porque es una palabra que me despierta desconfianza, pretende decir mucho y no dice nada.
Al mismo tiempo, también me pasan cosas curiosas. Como actualmente me siento con tiempo y capacidad de mayor reflexión, veo que me adentro más profundamente en todo. Me parece que dedico más tiempo, porque no tengo apuro, a todo lo que me toca vivir. Estoy más presente en lo que hago. Por lo mismo, mirando para atrás en mi vida, muchas veces me encuentro preguntándome ¿cómo subsistí en otros momentos? ¿qué pensaba sobre lo que hacía y sobre mí misma? Me da la impresión de que nunca me di tiempo para profundizar en lo que hacía, que habitualmente respondía a urgencias, a la presión constante del minuto. Mirando hoy para atrás, creo que en esa época no tenía perspectiva para mirar cada cosa a la que me dedicaba y tampoco una visión de conjunto, metida como estaba en dar respuesta a demandas o a metas que me autoimponía.
Naturalmente, junto con sentirme casi siempre contenta con mi vida, tengo momentos de inquietud muy variados. Muchas veces me preocupa mi familia y mis amistades y siempre me ha importado lo que pasa en el país sin ser una persona política. Pero, especialmente, cuando me pregunto qué estoy haciendo con mi tiempo, cómo lo estoy aprovechando, cuánto aporto en respuesta al regalo que es una larga vida, me siento intranquila. Es por ello por lo que creo que tiene mucha validez la pregunta inicial. Es más, tiendo a pensar que esta etapa tiene para mí un sentido en sí y por ello me inquieto.
Lo difícil para mí es definir ese sentido. Tengo claro que es un período en que todos los mayores estamos cosechando lo aportado por cada una de las experiencias vividas, de los conocimientos acumulados y de los talentos que hemos desarrollado. Contamos con lo que se podría decir la riqueza de los años, la que expresamos en cada gesto, en cada palabra, en la mirada, la que refleja nuestras emociones y nuestro sentir. Pero ¿bastará con eso? ¿Será todo lo que tenemos que hacer?
Cuando comparto esta inquietud “de fondo” con amigas, algunas me dicen que deje de preocuparme, que ahora hay que dedicarse a vivir. Cuando las escuché por primera vez sus palabras me desconcertaron ¿Por qué tenía yo que ser tan complicada y querer ponerle a esta etapa expresamente un sentido? ¿Por qué simplemente no dedicarse a vivir y olvidarse de los cuestionamientos?
Tratando de entender a esas amigas me doy cuenta, para mi sorpresa, de que entre ellas y yo no hay diferencias. Ellas se dedican a vivir cada minuto como lo sienten y expresando lo que son y, por mi parte, me gustaría hacerlo en todo momento desde la riqueza acumulada. Finalmente, expresamos lo mismo. La diferencia es que ellas lo hacen naturalmente y yo, junto a mil y un cuestionamiento. Entonces, no habría que martirizarse. Hay que expresar en cada momento todo nuestro bagaje, nuestro más preciado capital, nuestra riqueza, y estaremos haciendo y dando lo mejor de nosotras mismas.
Pero, para mi desgracia, tengo metido un bichito que me hace preguntarme ¿eso es todo? ¿quedo satisfecha con esa conclusión?
Margarita M. Errázuriz