Soy una persona desconfiada y muy poco creyente. Cuando me suceden cosas, sin mucha explicación, siento como un escalofrío. A veces pienso que me van señalando el camino. Las mejores cosas que me han sucedido ocurren, siempre, cuando supe escuchar el mensaje y tengo amplias pruebas de ello. Hoy fue uno de esos días y terminé en un café premiándome, con algo de comer, a las once de la mañana.
Me senté en la única mesa disponible porque era un día de sol glorioso, de esos escasos en el Reino Unido. Al poco rato llegó una señora, como de mi edad, con su perrito. Le ofrecí que compartiéramos la mesa, aceptó encantada y muy contento quedó el regalón que se refugió, debajo de la mesa, buscando la sombra.
Toda conversación, en este país, parte siempre por el estado del tiempo. Ella dijo que esperaba que, este verano, fuera tan bueno como el día soleado – de unos 19 grados- que estábamos viviendo. Yo agregué que me encantaba Hove Park y le pregunté si venía a menudo a este parque. Contestó que hacía 50 años que vivía a dos cuadras de este lugar. Eso me dio pie para contar mi historia, que la tenía atragantada, ya que ni siquiera había podido mandar un WhatsApp a mis hijas dándoles la buena nueva.
Yo llegué a Brighton-Hove hace dos años y cuando buscaba dónde me iba a instalar pensé en este lugar. Alcancé a soñar en esos departamentos que están junto al parque y, además, hay un colegio primario bilingüe donde pensé que podría trabajar. El cuadro lo tenía claro, pero al buscar otros lugares encontré algo que me gustó aún más. Terminé comprando un departamento frente al mar con una vista maravillosa: nado y entreno corriendo o caminando por un paseo de 10 kilómetros de largo. Esta mañana he vuelto a este café de Hove Park porque he tenido una entrevista con el director de Bilingual Primary School (BPS) y me ha ofrecido trabajar con ellos.
- ¿A usted, también, le han pasado cosas como éstas? Y ese fue el pie que le di para que me contara su historia.
Me han pasado muchas veces. Hoy, estoy acá porque me gusta mucho este parque. Viví durante 50 años a dos cuadras, en una casa muy grande, que me fue quedando como un mausoleo cuando ya no estaba mi familia. Decidí venderla y cumplir mi sueño. Quería construir una casa, a mí gusto, en algún lugar no muy lejano. Aquí es muy difícil conseguir un terreno y me tomó 4 años encontrarlo. Está en Preston Park, justo frente a la estación del tren que va directo a Londres. En 45 minutos estoy allá. Al poco tiempo de haberme instalado en mi nuevo hogar, volví a tomar contacto, por casualidad, con un ex amigo de mi juventud. Lo convidé a conocer mi hábitat. Desde hace un año que, un fin de semana, yo voy a verlo a Londres y él viene a verme a mí al siguiente. Estamos viviendo algo que jamás habríamos soñado.
- No crees que es como si a uno le marcaran el camino que debe recorrer, le pregunté. Para mí, todas las veces que esto me ha sucedido no encuentro la explicación y me pregunto ¿Quién nos lleva de la mano por este mundo?
DIOS, me respondió y tirando la correa de su perrito lo sacó de su lugar de descanso. Se despidió asegurándome que ya nos volveríamos a encontrar tomando café en el parque. Estoy segura de que así será. Esto no había sido solo una casualidad, detrás, también, había un mensaje para una persona tan incrédula como yo.
Julia Eugenia Martínez
Periodista UC
Master en Drama y Teatro
Universidad de Leeds, UK
100 Líder Mayor 2021