Sabemos que nuestro país ha tenido grandes cambios demográficos durante los últimos años, posicionándonos como uno de los más envejecidos de Latinoamérica. Sin embargo, las temáticas asociadas a la vejez y envejecimiento, en su mayoría, aún mantienen la visión biologicista y asistencialista en prácticamente todos los escenarios, desde la configuración estructural hasta el trato directo con profesionales de distintos rubros que no han sido actualizados en sus quehaceres o que no han querido transformar sus prácticas cotidianas en post de la adopción de nuevos enfoques y estándares centrados en la persona como sujeto de derecho y no meramente de asistencia y caridad.
Si bien la República de Chile ratificó el año 2017 la convención interamericana sobre la protección de los derechos humanos de las personas mayores, aún se ha perpetuado un bajo perfil en cuanto a políticas públicas y difusión se trata.Punto aparte sería la mención realizada en el borrador de la nueva Constitución para Chile.
Lo anterior no es sólo una discusión dentro de nuestra fundación, sino también es el sentir de algunas voces envejecientes que demuestran una preocupación latente por el propio envejecimiento debido a la posible ausencia de soportes de tipo social, económico, cultural, emocional que subsanen y compensen los cambios psicosociales y biológicos que conlleva la nueva longevidad. Muchas veces transitan estas mudanzas vitales desde la incertidumbre, el miedo, la negación, la expiración y el menosprecio de la vejez. Esto se sustenta con la sexta Encuesta Nacional de Inclusión y Exclusión social de las Personas Mayores, de Senama y U. de Chile, que recientemente indica un 72% a favor de la creencia que el país no se prepara nada o casi nada para enfrentar el envejecimiento poblacional.
En relación al estudio recién nombrado, a la lógica imperante del paradigma biologicista como indicador de envejecimiento saludable y a la edad cronológica como factor limitante sin reparar o reflexionar sobre las versátiles vejeces que existen a nuestro alrededor, el 63% de la muestra en Chile cree que las personas mayores de 60 años y más no son capaces de valerse por sí mismas. ¿De dónde surge esta idea tan errónea y exagerada? Aun cuando la realidad es totalmente lejana a esta creencia, ya que cerca de un 87% de este grupo etario continúa siendo independiente en sus actividades de la vida diaria, es decir, mantienen su funcionalidad a pesar de las asistencias y/o adaptaciones qué tal vez requiera con el curso de los años, ¿Por qué se crea esta brecha en cuanto a la opinión de la ciudadanía y la realidad cotidiana de las personas sobre 60 años?
Observamos en estas cifras, la urgencia por acabar con la pasividad en cuanto a la vulneración y subrepticias formas de deslucir los derechos humanos de los y las más longevas a través de la activación en la generación de más y mejores espacios de interacción para todas y todos, población envejecida y envejeciente, desde un enfoque intergeneracional que permita derribar los miedos, el edadismo y los estereotipos asociados al envejecer.
Cada 15 de junio se invita a Tomar conciencia del abuso y maltrato en la vejez y a promover una cultura del buen trato sin distinción etaria y socioeconómica, propiciando espacios seguros de contención que faciliten la comunicación, ya sea en la institución familiar como en espacios privados y gubernamentales. Esperamos
¡Que de ser necesario, todos los días sean 15 de junio!
Por Paula V. Pérez y Catherine Aravena
Fundación Vejez Activa Chile
Voces Mayores