Uso de tecnología y personas mayores: en miras a un desarrollo sostenible sin discriminación por edad

El uso de tecnología está siendo cada vez más importante en la vida cotidiana y los servicios de información y comunicación están cada vez más digitalizados. Además, los avances tecnológicos son muy rápidos, obligando a las personas a adaptarse constantemente a “lo nuevo”. Sin duda, esto trae desafíos para una generación que no ha nacido en un mundo tan digitalizado o la denominada “era del Internet”.

Hoy en día se habla de una “brecha digital” para describir las diferencias en el nivel de uso de tecnologías ente jóvenes y personas mayores. Así, se ha destacado que las personas mayores usan menos la tecnología que los más jóvenes, pero muchos están cada vez más interesados en aprender.

En este contexto, vale la pena preguntarse ¿qué factores influyen en la brecha digital? Desde una perspectiva gerontológica, un aspecto central es el viejismo o edadismo. Este concepto acuñado por primera vez por Butler, refiere a los prejuicios y estereotipos hacia a las personas mayores, solamente por su edad. Algunas de las ideas viejistas más comunes es que todas las personas mayores tienen deterioro cognitivo, no son capaces de aprender o no les interesa aprender cosas nuevas. En la vida diaria se puede ver y escuchar cómo algunas personas mayores incorporan estas representaciones erróneas sobre la vejez en su forma de pensar y comportamiento. Así, se ha visto que mayores niveles de viejismo se relacionan con menor percepción de salud, mayor sintomatología depresiva, menor satisfacción con la vida, menor autoeficacia, entre otros. En este escenario, parece lógico pensar que el viejismo puede influir de alguna manera en la adopción de tecnología de personas mayores. Si se le pregunta a una persona mayor no usuaria de tecnología por qué no la usa, no es poco común escuchar frases como “la tecnología es para los más jóvenes”, “no estoy en edad para usar tecnología”, “no me voy a beneficiar del uso de tecnología, siempre he vivido así”. Incluso, hay personas que se cuestionan el ser capaz de aprender a usar internet y otros tienen miedo de romper los dispositivos tecnológicos.

De este modo, si el viejismo se asocia a la percepción de ser capaz de usar tecnología y/o percibir beneficios de su uso, las estrategias de inclusión digital de personas mayores deben tener un enfoque gerontológico, con un fuerte impacto en la erradicación de ideas viejistas.

En este punto, es importante aclarar que toda persona tiene derecho a decidir si quiere usar tecnología o no. Sin embargo, esta elección debe ser libre e informada, considerando los beneficios y desventajas que puede traer consigo el uso de tecnología. Esta decisión no puede estar teñida de ideas viejistas. La pandemia del COVID-19 puso en evidencia la importancia del acceso a la tecnología. Uno de los grandes beneficios en este contexto fue la posibilidad de comunicarse durante las cuarentenas o en el caso que alguien estuviera hospitalizado. Además, la tecnología también sirvió a algunos para mantenerse en actividad, entretenerse, acceder a la educación, la cultura y el trabajo. Así, un gran numero de personas mayores tuvieron que aprender – casi obligatoriamente – el uso de tecnología. Otros/as aún siguen estando alejados del mundo digital y tenemos el gran desafío de incluirlos/as. Como señala la agenda 2030 de desarrollo sostenible de Naciones Unidas, para lograr un real desarrollo sostenible hay que hacerlo “sin dejar a nadie atrás” y eso también debe considerar un acceso igualitario a la tecnología, sin importar la edad.

Javiera Rosell

Psicóloga, Magíster en Psicogerontología, Doctora en Psicología. Coordinadora Académica del Programa Adulto Mayor UC, Centro UC de Estudios de Vejez y Envejecimiento. Investigadora postdoctoral Instituto Milenio para la Investigación del Cuidado (MICARE)

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