Desde el momento en que nacemos, comenzamos a vivir un ciclo que finaliza con la muerte, lo que también significa el comienzo de otro ciclo.
María Ignacia Mac Auliffe, es enfermera de profesión, pero en su camino en el mundo de la salud, se dio cuenta de que existe un tema tabú en nuestra sociedad: La Muerte. “Vivimos en un mundo en el que se han evitado muchos temas como la sexualidad, la identidad de género, etc. Siempre se ha evitado el tema: “Ni la nombres porque la puedes atraer”. Las religiones tienen mucho que ver, pero nuestra cultura y crianza también. El no cuestionar nos lleva a vivir en un sistema que nos domina completamente. Yo pienso que sí es importante hablar de la muerte, porque al hablar sobre ella, nos permite reflexionar sobre la vida. Y uno logra una postura muy distinta, si toma plena conciencia de la propia muerte y la de los demás” y enfatiza: “¡Es tan importante que se hable de lo único certero que tenemos en la vida y no solo cuando somos mayores, sino que siempre!”, explica Mac Auliffe.
María Ignacia entendió aún más este escenario, cuando se enfrentó a las siguientes cifras: “Actualmente, según el Atlas de Cuidados Paliativos en Latinoamérica 2020, solo un 21.7% de quienes necesitan cuidados paliativos, lo reciben” y decidió embarcarse en el camino de trabajar y comenzar a acompañar y enseñar diferentes herramientas a familias y personas que se encuentran próximo a morir. Así fue como nació @findoulavida en donde ella gracias a sus estudios y trabajo, transmite su conocimiento para recorrer este camino.
Desde cuándo hablamos de la muerte
Para María Ignacia, la muerte se debe preparar de la misma manera que preparamos un nacimiento, esto es porque para ella, la vida es un ciclo, “después del fin siempre hay un comienzo. En cada momento algo nace y algo muere en ti. Morir y vivir van de la mano. Es el proceso de la vida; morir es parte del proceso de vivir”, nos explica y agrega. “El proceso de la muerte se debe vivir con amor, mirarlo como el fin de la vida al proceso del nacimiento a otro plano de la existencia. Piensen ustedes ¿cómo nos preparamos para un nacimiento? Le compramos de todo a la guagua, le armamos una pieza ideal pensando en el ruido, la iluminación, el inmobiliario adecuado… le hacemos un baby shower y cuando nace más celebramos todavía esa vida. Existen también programas de acompañamiento para recibir una guagua: una Doula, una persona que acompaña, que apoya de manera integral a la embarazada y su pareja antes del embarazo, durante el parto y el puerperio. Esto mismo llévenlo al proceso de muerte. Acompañamiento desde el diagnóstico incluso previo, durante el proceso de muerte y luego en el duelo. La idea es brindar un acompañamiento durante todo el tiempo abordando las necesidades del paciente y su familia en todas las dimensiones. (Físicas, psicológicas, sociales, espirituales)”. Concluye.
Hablar de la muerte en forma positiva
La muerte se debe hablar como algo positivo, como parte del ciclo de la vida y también es bueno apoyarse de diferentes acciones para comenzar a prepararse para ella. No solo con conversaciones livianas sino más bien, con acciones concretas que ayudan a mirarla desde otra perspectiva: “Además de hablarlo como cualquier otro tema, es importante trabajar la espiritualidad, conocerse a uno mismo y aceptarse tal como somos. Por ejemplo, es bueno recordar que somos en parte también nuestros ancestros, por lo que recomiendo tener un espacio en la casa para honrar a los que han partido, una especie de altar como ustedes sientan y quieran hacerlo. Además, reconectarse con lo esencial, disfrutar de la naturaleza y ver en ella la ciclicidad de la vida nos ayuda a aceptarla en nosotros mismos. También hacer nuestros propios rituales para todo tipo de cambio, por ejemplo, un cambio de casa, la muerte de una mascota. Darnos espacios para rezar, meditar, orar, como le llamen… pero conectar con su ser espiritual que todos tenemos”, comenta María Ignacia y agrega: “Aprovechar la enfermedad, el sufrimiento y la cercanía a la muerte como una oportunidad para experimentar lo que somos en nuestra profundidad. Las personas antes de morir hacen un proceso de introspección, reconocimiento a su vida, se cuestionan, se perdonan, perdonan al resto, reflexionan sobre el sentido de sus vidas, superan el miedo y aceptan la realidad transformando ese sufrimiento en paz. Entonces para morir en paz hay que vivir en paz…».
Invitación: Incluyamos a los más jóvenes en este proceso:
Todos los integrantes de nuestras familias, o quienes son parte de nuestras vidas, también necesitan conversar de la muerte, incluso los más jóvenes, quienes generalmente se piensa que no se lo cuestionan, pero, “normalizando la ciclicidad de la vida, conversando del tema con ellos les damos el espacio que imaginamos que muchas veces quieren hablarlo, pero no saben con quién ni cuándo”, comenta Ignacia. Lo positivo de esto es que así “anticipamos, aprender del tema y no dejarlo todo en manos del sistema de salud. Nosotros podemos decidir mucho con respecto a nuestra partida, podemos decidir dónde queremos morir, con quién, qué medidas extraordinarias no quisiéramos recibir, a quien le delegaría la responsabilidad para tomar decisiones , cómo quisiéramos que sea nuestro funeral, etc.”, comenta.
Trabajar la muerte desde siempre
La muerte se debe trabajar desde siempre, no solo esperar a tener cierta edad para pensar en ella, incluso se debe conversar con los niños. “No es que no le tengamos cariño a la vida, todo lo contrario, hablar de la muerte te da una visión de vida muy gratificante, vivir el presente en plenitud es lo más lindo que podemos hacer”. Invita María Ignacia y nos comparte las siguientes preguntas que nos podemos plantear: “¿Estoy preparado para morir hoy? ¿Soy la persona que quiero ser? ¿Estoy llevando la vida que quiero vivir?
Y entrega este dato que puede servir de ejercicio:
Una enfermera, Bronnie Ware, escribió los 5 arrepentimientos más comunes en personas que se encuentran en proceso de fin de vida:
- Ojalá hubiera tenido el valor de vivir la vida que yo quería y no la que otros esperaban de mí.
- Ojalá no hubiera trabajado tanto.
- Hubiera querido expresar mis sentimientos.
- Me hubiera gustado seguir en contacto con mis amistades.
- Ojalá me hubiera dado permiso de ser más feliz.
Te invitamos a conversar sobre la muerte con tus amigos y familia, contar tus miedos e inquietudes en relación con ella. Hablar con otros siempre es un buen ejercicio.
¿Te animas a romper el tabú?